En el corazón de Londres, coincidiendo con Frieze Week 2025, la casa de subastas Phillips anuncia una de las ventas más esperadas de la temporada, encabezada por una obra icónica de Jean-Michel Basquiat, Untitled (Pestus), pintada en 1982, el año más decisivo de su meteórica carrera. Este lienzo —una explosión de energía visual y poética, ejecutado en el momento en que el artista consolidaba su lenguaje pictórico— encarna la intensidad de una época en la que Basquiat se convirtió en una de las voces más radicales del arte contemporáneo.
La pieza principal llega acompañada por un conjunto de obras maestras que dibujan un retrato coral del arte moderno y contemporáneo: desde los colores vibrantes de Gerhard Richter hasta los delicados equilibrios de Alexander Calder, pasando por creaciones de Yayoi Kusama, Yoshitomo Nara, David Hockney, Georg Baselitz y Tracey Emin, entre otros nombres que definen el pulso del mercado actual.
Con Untitled (Pestus), Basquiat despliega su universo simbólico —la anatomía fragmentada, los grafismos eléctricos, la lucha de voces entre el yo y la historia— en un diálogo feroz entre el arte y la memoria afroamericana. Es un grito y un manifiesto: el cuerpo como campo de batalla, la pintura como escritura urgente. Realizada en un momento en que el artista trabajaba entre Nueva York y Modena, la obra condensa la fuerza primitiva y la sofisticación conceptual que hicieron de Basquiat un mito antes de los treinta años.
Desde Phillips, esta subasta no solo busca reafirmar su posición como epicentro de las ventas internacionales durante Frieze, sino también subrayar cómo la pintura contemporánea continúa expandiendo su legado entre generaciones. Las obras seleccionadas para esta edición conforman una narrativa visual que trasciende las modas: una conversación entre lo político, lo íntimo y lo poético, entre la violencia del trazo y la persistencia del color.

Para Arte.news, este tipo de acontecimientos no son solo operaciones del mercado, sino escenarios donde se reescribe la historia del arte contemporáneo. En ellos, figuras como Basquiat adquieren una dimensión casi mítica, recordándonos que la pintura —por más mediatizada, comercial o fetichizada que parezca— sigue siendo un lenguaje de resistencia y una forma de verdad. En un mundo saturado de imágenes, su energía sigue siendo una herida abierta: un recordatorio de que el arte no se subasta del todo, porque siempre escapa.