El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza abre sus salas a un diálogo fascinante entre dos genios del arte moderno: Pablo Picasso y Paul Klee. La exposición Picasso y Klee en la colección de Heinz Berggruen, que podrá visitarse en Madrid del 28 de octubre de 2025 al 1 de febrero de 2026, es fruto de una colaboración con el Museum Berggruen de Berlín y rinde homenaje a la figura del célebre coleccionista Heinz Berggruen, uno de los grandes mediadores culturales del siglo XX.
Comisariada por Paloma Alarcó, jefa de Pintura Moderna del Thyssen, y Gabriel Montua, director del museo berlinés, la muestra reúne 63 obras, de las cuales 49 proceden del Berggruen y 14 del propio Thyssen, incluyendo seis piezas de maestros antiguos que establecen un diálogo transversal con los lenguajes de Picasso y Klee. El resultado es una conversación visual sobre la modernidad, la mirada y la forma, articulada en torno a los géneros que marcaron sus trayectorias: el retrato, el paisaje, la naturaleza muerta y el cuerpo.
Entendemos esta exposición como un ejercicio de introspección sobre cómo dos temperamentos opuestos —el del Picasso mediterráneo, visceral, terrenal; y el del Klee nórdico, introspectivo, espiritual— lograron coincidir en un mismo afán de experimentación formal y simbólica. Ambos artistas compartieron una búsqueda de la esencia a través de la deformación, la ironía y la abstracción. Si Picasso fractura la realidad para reconstruirla desde su energía, Klee la disuelve para comprender su estructura interna.

Museum Berggruen, Neue Nationalgalerie, Stiftung Preußischer Kulturbesitz, Berlín. Foto: Jens Ziehe. ©Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2025
El recorrido propuesto por el Thyssen no es una simple sucesión de obras maestras, sino una invitación a pensar cómo el arte del siglo XX cambió la manera de mirar. En las salas se suceden piezas emblemáticas como Dora Maar con uñas verdes (1936), Arlequín sentado (1905) o Naturaleza muerta con racimo de uvas (1914) de Picasso, junto a trabajos de Klee tan enigmáticos como Dama con lacre (1930), Ciudad de ensueño (1921) o Porcelana china (1923). Cada una de ellas despliega un modo distinto de entender la modernidad: la de Picasso, impulsiva y vital; la de Klee, reflexiva y poética.
En el fondo, la exposición traza también el retrato de Heinz Berggruen, el hombre que reunió estas obras y cuya historia se entrelaza con la del propio siglo XX. Nacido en Berlín en 1914 y exiliado durante la Segunda Guerra Mundial, Berggruen inició su carrera en el mercado del arte en París, donde abrió su galería en 1948. Su sensibilidad y rigor lo convirtieron en figura clave del coleccionismo internacional, y su nombre se asocia hoy al esfuerzo por preservar y compartir el legado moderno. En 2000, su colección fue adquirida por el Estado alemán, dando lugar al Museum Berggruen, una institución hermana del Thyssen en su espíritu de mecenazgo y apertura.
El espíritu de ese coleccionismo humanista impregna la exposición. A través de la mirada de Berggruen, el visitante se asoma a un siglo de rupturas y hallazgos, a la transformación del arte en un territorio donde lo racional y lo intuitivo se encuentran. Picasso y Klee, aunque nunca trabajaron juntos, parecen dialogar aquí como si hubieran compartido taller: ambos reinventaron el retrato como espejo del alma, convirtieron los paisajes en construcciones mentales y dotaron a los objetos de un simbolismo nuevo que transformó la relación entre arte y realidad.

Museum Berggruen, Neue Nationalgalerie, Stiftung Preußischer Kulturbesitz, Berlín
La muestra se articula como una conversación íntima en la que los cuadros no solo dialogan entre sí, sino también con la historia del museo. Algunas de las piezas expuestas formaron parte de colecciones pasadas del propio Berggruen, cerrando un círculo que conecta el presente con la memoria del coleccionismo europeo. Para Arte.news, este encuentro tiene una carga emocional especial: no solo reivindica la vigencia de ambos artistas, sino también el papel de los grandes coleccionistas como mediadores culturales, capaces de tender puentes entre épocas, países y sensibilidades.
El catálogo de la exposición, editado con textos de Paloma Alarcó, Gabriel Montua, Marta Ruiz del Árbol y Natalie Zimmer, e introducido por Olivier Berggruen, hijo del coleccionista, amplía el contexto histórico y biográfico de la muestra. No se trata solo de documentar un encuentro artístico, sino de explorar los vasos comunicantes entre dos miradas que, a pesar de su distancia geográfica y emocional, compartieron la misma obsesión por transformar la realidad en símbolo.
La exposición, realizada con la colaboración de la Comunidad de Madrid, se inscribe en la línea de grandes proyectos del Museo Thyssen que revisan los cruces del arte moderno desde perspectivas personales y comparativas. En este caso, el eje Berggruen funciona como una lente a través de la cual se observa la modernidad no como un estilo, sino como una actitud frente al mundo.
Para el visitante, recorrer las salas dedicadas a Retratos y máscaras, Lugares, Cosas y Arlequines y desnudos será como asistir a una conversación entre dos lenguajes que se reflejan y se desafían. La ironía de Klee y la pasión de Picasso, el trazo leve frente al gesto violento, la serenidad del color frente a la explosión de la forma. Un diálogo que, a pesar de sus diferencias, revela un mismo deseo: reinventar la mirada para comprender lo humano.
Desde Arte.news creemos que esta exposición no solo es un homenaje a dos maestros, sino también una celebración del pensamiento visual y del poder del arte para tender puentes entre épocas. Picasso y Klee en la colección de Heinz Berggruen nos recuerda que las obras de arte, más allá de su tiempo, siguen hablándonos —y que la mirada del coleccionista, como la del artista, también puede ser una forma de creación.