El Museo del Louvre no es un depósito estático de la historia, sino un organismo vivo que respira y se renueva. Desde este 2 de diciembre de 2025, el corazón del ala Denon late con un ritmo diferente tras la reapertura de las salas dedicadas a la pintura italiana y española de los siglos XVII y XVIII. Tras un año de cierre, una renovación integral ha transformado la percepción de estos espacios: nuevos colores en las paredes, parqués revisados y una iluminación diseñada para redescubrir las texturas de los viejos maestros. Pero más allá de la arquitectura, lo que se celebra es el reencuentro íntimo con las obras, muchas de las cuales han sido sometidas a un meticuloso proceso de limpieza y «bichonnage» (mimo) para asegurar su conservación.
Desde Arte.news creemos que esta intervención es un ejemplo de cómo la museografía moderna debe equilibrar el espectáculo con el cuidado patrimonial. Al entrar en las salas italianas, el visitante ya no es un espectador pasivo, sino testigo de una evolución cromática. En la sala Piazzetta, dedicada a los grandes formatos del Settecento, se ha orquestado un diálogo visual inédito: La Asunción de la Virgen de Giambattista Piazzetta convive ahora con Juno en medio de las nubes de Tiepolo, una obra adquirida en 2020 que ilustra la faceta decorativa del pintor veneciano. Este emparejamiento no es casual; permite comprender la transición lumínica y teatral de la pintura italiana, complementada por las vistas romanas de Panini que, en su momento, fascinaron a toda Europa.

Sin embargo, es en la sección española, que abarca desde El Greco hasta Goya, donde la renovación cobra un sentido narrativo más profundo. Para Arte.news, este gesto es clave: la nueva disposición no solo cuelga cuadros, sino que cuenta historias de poder y misticismo. En la sala Murillo, la serie de la vida de San Buenaventura de Zurbarán y Herrera el Viejo ha recuperado una «potencia monumental» y una vibración de color que el tiempo había atenuado. La mirada se desliza inevitablemente hacia la sala 719, donde Francisco de Goya reina con una complejidad renovada. Allí, los luminosos retratos de la aristocracia, como el de la Marquesa de Santa Cruz, se enfrentan a una novedad curatorial audaz: cuatro placas de cobre de la serie Disparates.
En Arte.news interpretamos esta inclusión de los cobres de Goya como una lección magistral de contrastes. Al mostrar estas escenas grotescas y absurdas junto a los retratos oficiales, el Louvre revela la psique completa del artista: la luz pública frente a la oscuridad privada, la técnica libre frente al encargo formal. Es una invitación a leer a Goya no solo como pintor de corte, sino como un observador crítico de la condición humana.
El recorrido, accesible ahora de manera rápida por la renovada Porte des Lions, también nos recuerda que el museo es un lugar de paciencia. Los visitantes notarán una ausencia notable: La cocina de los ángeles de Murillo. Esta obra monumental de 4,50 metros ha sido retirada para una «restauración fundamental» debido a problemas de soporte y capa pictórica, y no regresará hasta el otoño de 2026. Lejos de ser una pérdida, este vacío temporal subraya el compromiso incesante de la institución con la preservación. Con estas salas renovadas, el Louvre reafirma que para ver el arte del pasado, a veces es necesario cambiar la luz del presente.
